Al momento de determinar el tipo de papel a usarse en un trabajo se alude a su gramaje y se busca que tenga determinado grosor.

El gramaje del papel es el peso de una hoja de un metro cuadrado de superficie, es decir, la relación entre peso y superficie. Se mide en gramos por metro cuadrado (g/m2) o simplemente en gramos (g) y determina la diferencia, junto a otras características, de los distintos tipos de papel existentes en el mercado.
Por ejemplo, el papel para fotocopias tiene un gramaje que varía entre 60 y 90 g/m2, mientras que la cartulina tiene un gramaje que parte de 150 g/m2 y llega hasta 350 g/m2. Según el gramaje, la hoja de papel tendrá una determinada consistencia al tacto y un cierto grado de transparencia, que será mayor en el caso de elegir un papel con un gramaje inferior.
Gramaje del papel no es lo mismo que el grosor de la hoja, si bien es cierto que a un gramaje más alto, a menudo, le corresponde un grosor mayor, también este puede variar dependiendo de diversos factores.
Estos pueden ser el tipo de producción elegido por la fábrica de papel que podrá conferirle al papel una densidad mayor y, por tanto, un grosor menor de la hoja; o una densidad más baja, produciendo una hoja de papel con un grosor
La cantidad de fibra presente, ya que el papel es una estructura compacta de fibras obtenidas de árboles, ya sea mediante procesos químicos (celulosa) o con procesos mecánicos (pasta de madera). Una cantidad elevada de fibra de madera puede aumentar el grosor del papel.
La adición de sustancias, dado que algunas fábricas, para reducir el uso de celulosa y obtener un efecto visual y táctil diferente, añaden químicos a la mezcla. Este es el caso de los papeles ecológicos.
Por lo tanto, queda claro que dos hojas con el mismo gramaje puedan tener un grosor diferente, según el tipo de producción y de composición del papel.

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