UNA TÉCNICA SATISFACTORIA
Si bien no es excesivamente simple, la serigrafía permite que cualquiera se acerque al mundo...
Comentarios desactivados en UNA TÉCNICA SATISFACTORIALa cartelería y el cine han estado vinculados desde los inicios del séptimo arte. Los hermanos Lumière usaron afiches realizados por Henri Brispot, Abel Truchet o Auzolle, quien realizó el cartel que mostraba a una familia en primera fila de butacas como espectadores de El regador regado, una comedia de 1896. En los primeros años del siglo XX, productores europeos como Pathé o Gaumont encargaban carteles a creadores conocidos o a discretos artesanos gráficos, con influencias del art nouveau, mientras en Hollywood cada productora tenía su propio estilo; así ocurría con los carteles de la First National para El pibe (1921) o de la United Artists para La quimera del oro (1925), ambas de Chaplin, o de El General (1926), de Buster Keaton. A partir de 1920, en Estados Unidos aparecieron las grandes estrellas del cine mudo y el star–system fue pletórico en grandes carteles con un estilo particular. Mientras en Europa, las vanguardias artísticas se impusieron en los anuncios cinematográficos, de la primera mitad del siglo XX. Así, Otto Stahl–Arpke impuso el expresionismo alemán para El gabinete del doctor Caligari (1919) y Theo Matejko para El Tartufo (1925). Mientras, soviéticos y franceses jugaron con escuelas e ideologías: constructivismo, art decó, dadaísmo, futurismo, cubismo, neoimpresionismo, con ejemplos como el cartel de Alexander Rodchenko para El acorazado Potemkin (1925), o los trabajos de Alain Cuny, Fernand Lèger o Boris Bilinsky. En Europa, las vanguardias, la caricatura, el cómic, la herencia del aparato propagandístico político o el neorrealismo italiano llegaron a dar creadores como el polaco Wiktor Gorka autor del cartel de Cabaret (1972). La segunda mitad del siglo XX también tuvo modas y nuevos estilos, con diseñadores alemanes y británicos como Hans Hillmann o Heinz Edelman, de El submarino amarillo (1968) y Tomi Ungerer con Como aprendí a amar a la bomba (1964), mientras de Italia y Francia surgían la nouvelle vague y las creaciones para Cinecittá. En Estados Unidos, retornaron viejos maestros Robert Peak, con Apocalypse Now, o historietistas como Frank Frazetta, padre de Conan, y John Alvin, de cuya mesa surgieron los avisos de Blade Runner, ET, Batman returns, Parque Jurásico y El fantasma del paraíso. Otro clásico fue Bill Gold, creador para Casablanca y La naranja mecánica o Burt Kleeger, de Interiores, Manhattan o La rosa púrpura del El Cairo. Un caso especial fue Boris Vallejo, un dibujante peruano afincado en Estados Unidos, que dejó su pluma en los afiches de Vacaciones y Q. 17 de agosto de 2016 – ep